La cantante pasó de brillar en la música a ganar premios como actriz. Protagonizó Bailarina en la Oscuridad, de Lars von Trier, y aunque se la señala como candidata al Oscar, dice que no va a seguir actuando. Björk sólo iba a componer la música del Bailarina en la Oscuridad. Selmasongs, un canto a la vida irreal Catherine Deneuve, esa amiga del alma El verano en Nueva York arrancó mal, con frío y lluvia, pero para la diva tecnopop Björk fue encantador. Después de todo, ella viene de la helada Islandia, país que para la mayoría de los estadounidenses bien podría ser la Luna. Pero como hasta los lugares más remotos tienen sus productos de exportación, Björk puede ser considerada la embajadora cultural de Islandia: es una estrella, una figura de culto y una curiosidad. Lo es por su música, por sus sofisticados videos eclécticos, por su imagen de Walquiria punk y ahora por su papel en Bailarina en la oscuridad (Dancer in the Dark), la película del director danés Lars von Trier, un musical que en mayo ganó la Palma de Oro y el premio a la mejor actriz en el Festival de Cannes. Gracias a la película, su función de embajadora ascendió a un nuevo nivel (hasta se la señala como candidata al Oscar), cosa que a Björk no le resulta particularmente agradable. Tímida hasta el extremo, por estos días se ve obligada a dar algunas explicaciones sobre Bailarina en la oscuridad (N. de la R.: filme que llegará a la Argentina a comienzos del año que viene). De hecho, está en Nueva York haciendo eso y, además, grabando un nuevo disco que saldría en el 2001 y se llamaría Domestika. En Cannes se supo que Björk y Von Trier se pelearon brutalmente durante el rodaje de la película. Ella estaba enojada con él por la forma en que manejó la música (editada ahora en el disco SelmaSongs). El estaba enojado con ella porque desapareció del set, se negó a promocionar la película e impidió una proyección. Von Trier llegó a llamarla loca por tomarse el papel excesivamente a pecho, con lo cual dirigirla se tornó difícil. Con su acento británico-islandés Björk explica: "Me da la sensación de que querían armar escándalo y hacerle publicidad al filme. Supongo que lo que pasó fue que decidí defender a Selma, mi personaje, más que a mí misma. Aunque no creo que sea una película genial, sí creo que es valiosa. Fueron tres años de mi vida, y me importan muchísimo". El público parece tan dividido frente a la película como la propia Björk: la mitad aplaude, la otra mitad silba. Bailarina... está ambientada en el estado de Washington en la década del 50. Selma es una inmigrante checoslovaca que vive en una casa rodante con su hijo y trabaja en una fábrica haciendo piletas de acero. Se está quedando ciega progresivamente y ahorra dinero para una operación con la intención de evitar que lo mismo le ocurra a su hijo. Además, tensando la cuerda del melodrama, a Selma le roban dinero, ella mata al ladrón y termina condenada a muerte en la cárcel. Una mujer simple, un amor obsesivo, una decisión terrible: todo esto recuerda a Contra viento y marea, filme clave de Von Trier en el que el personaje de Emily Watson se prostituye para salvar la vida de su marido. Del mismo modo, gran parte de Bailarina... está filmada con cámara en mano, y las escenas son más capturadas que creadas. No obstante, la película está atravesada por las fantasías de evasión de Selma, números musicales coreografiados en los que canta y baila al son de cuerdas y ruido ambiente. Es un antimusical que tiene a Björk como su antiestrella. Su personaje usa anteojos gruesos y en general luce bastante desaliñada. Su canto es un tarareo melancólico y extasiado, y más que bailar, se mueve. Y, sin embargo, es imposible apartar los ojos de ella. "Es asombrosa", dice Von Trier. "Hay momentos en la película en los que sólo su actuación me hace llorar". Pero Björk dice que su actuación es algo que le resulta totalmente indiferente. "No tengo ninguna ambición como actriz sostiene. Quería que me importara, pero no fue así. Recuerdo que Catherine Deneuve (su compañera de elenco) me dijo: ¿No te parece asombroso poder ser otra? Yo la miré y le dije: No. No me resulta para nada atractivo. Siento que ni siquiera he llegado a ser totalmente lo que soy, a desarrollar el potencial que tengo, y que debo trabajar por lo menos 40 años para sacar las canciones que oigo en mi cabeza. Ser otra me parece una pérdida de tiempo." Originalmente, Björk fue contratada para componer la banda de sonido, no para actuar, y llegar a eso ya había sido doloroso como sacarse una muela. Ella dice que se resistió a los ruegos de Von Trier hasta que vio Contra viento y marea. Además, estaba en un punto en el que quería escribir desde otro punto de vista, tras haber hecho tres discos (Debut, Post y Homogenic) en gran medida sobre sí misma. Björk, 34 años, empezó a hacer música cuando tenía 11. Lleva casi 25 años en la industria, y pasó los últimos 14 criando a su hijo, Sindri. Con el paso del tiempo fue adoptando una serie de estilos musicales reformulándose a sí misma sin cambiar esencialmente. Björk, finalmente, cedió a la presión de Von Trier, leyó el guión, se enamoró de Selma y aceptó participar en el proyecto. Luego vino lo que ella describe como la parte más agradable del proceso, en la que ambos trabajaron sobre cuestiones que podían enriquecer al otro. Ella dice que Von Trier se la pasaba haciendo bromas sobre la posibilidad de incluirla en la película como actriz. Y resultó que esas bromas no eran bromas... "Después de un año, cuando ya habíamos hecho la música y yo estaba lista para pasar a mi siguiente disco, dijo que si yo no hacía la película, él no la hacía tampoco", revela. Von Trier dice que es verdad, que reescribió el guión teniéndola a ella en mente. En ese tira y afloja, Björk siguió adelante porque creía conocer al personaje mejor que el director. "El la veía como una mujer tonta, como una víctima estúpida. Una mártir, sin ninguna duda. Yo sentía que tenía muchísima profundidad y que tal vez no fuera una intelectual... pero me parecía muy sabia". "También quería hacer salir mucha alegría de ella", sigue Björk, y parece estar hablando tanto de ella como de Selma. "Creo que quienes no son introvertidos tienden a creer que eso es malo. Pero no. Es algo muy alegre oír música en tu cabeza cuando no estás solo. Puede ser escapista, pero es el sitio en el que todo está en su lugar y todos son amigos. No es un lugar de sufrimiento. Lars no estaba de acuerdo en eso, porque es bastante aficionado al sufrimiento. Yo no estoy en contra del sufrimiento. Creo que existe, absolutamente. Pero creo que celebrarlo es un poco una declaración contra la vida". Björk sufrió esa visión de Von Trier en las secuencias dramáticas, y dice que terminó quebrada psicológicamente. Pero mantuvo su derecho a presentar un enfoque positivo durante los números musicales, llegando a tener voz y voto respecto de cómo se editaban y mezclaban. Después de dos meses de relación áspera y con un mes de rodaje por delante, Björk desapareció del set y volvió tres días después con un manifiesto para que von Trier firmara, papel en el que exigía el derecho a opinar sobre las secuencias musicales. Al principio Von Trier se negó a firmar. Pero después cedió, y ella regresó para terminar la película. "Creo que es un poco tarde, cuando ya se filmaron dos tercios de la película", dice el director. "Tardé diez años en edificar una compañía de producción. Y durante tres días Björk tuvo el poder de destruirla". Las peleas no terminaron junto con el rodaje. Björk dice que en su música se oyen ruidos de pasos, que aparecieron durante la postproducción. Son errores mínimos que aparecen en la mayoría de las películas, aunque en general no molestan. Pero Björk se enojó y frenó una proyección del filme antes de Cannes, se quejó de la calidad de la copia del festival y amenazó con no ir a la avant premiere. Deneuve dice que, una vez en Cannes, trató de convencerla de que se presentara en una conferencia de prensa conjunta para responder a algunas de las acusaciones que circulaban. Pero Björk se negó, en parte porque, según palabras de Deneuve, es "muy, muy tímida". Cuando Von Trier recibió la Palma de Oro, Björk subió al escenario. El director se sorprendió tanto que se le cayó el premio al suelo. Pero ésta no es la única ironía. Resulta que el doloroso proceso de ser otra, de subordinarse, de promocionar y defender el producto final está haciendo que Björk aparezca ante sí misma y ante los ojos del público en formas que su música nunca reveló. "Durante tres años fui Selma", dice. "Y hacer todas estas entrevistas es una forma elegante de despedirme de ella."